"Sí, Malala, te dispararon", se dijo.
Pensó en sus sueños -tendida en una camilla, en algún lugar lejos de su hogar y de su escuela- y se dio cuenta de que no eran sueños, sino sus recuerdos.
"Las enfermeras y los médicos, todos hablaban en Inglés", recuerda. "Me di cuenta de que ya no estaba en Pakistán".
Malala Yousafzai sólo quería ir a la escuela.
Pero ella vivía en una zona de Pakistán, el Valle de Swat, donde los talibanes habían tomado el poder, e impuesto su dura ideología -la música prohibida, ninguna mujer visible, y por supuesto las niñas no podían ir a la escuela.
Por haber desafiado su voluntad, y por negarse a permanecer en silencio, los talibanes intentaron asesinar a Malala, entonces una niña de 15 años.
Milagrosamente, sobrevivió, y ha continuado su lucha poderosa el defensa del valor y la importancia de la educación, contra el extremismo y en defensa de la igualdad.
Casi un año después del día en que atentaron contra su vida, Malala, y su padre Ziauddin, hablaron con la enrevistadora de la CNN, Christiane Amanpour, en director en la 92nd Street de Nueva York.
Los talibanes, le dijo a Amanpour, "dicen que vamos a luchar por el Islam. ... Así que creo que tenemos que pensar en ellos".
"Y quiero decirles a los talibanes de forma pacífica que la verdadera yihad es la lucha a través de los lápices y las palabras. Esta es mi yihad. Estoy luchando por mis derechos, por los derechos de todas las niñas".
Cuando se despertó tras una semana en coma pidió a su madre y a su padre un pedazo de papel para comunicarse con ellos. Tenía un tubo en la garganta para respirar que le impedía hablar.
"Lo primero que hice fue dar gracias a Dios porque había sobrevivido", le dijo a Amanpour.
"Y la segunda pregunta que era muy importante para mí y que me preocupaba mucho era quién pagaría la atención médica que estaba recibiendo. No teníamos dinero y sabía que mi padre dirigía una escuela, pero los edificios eran de alquiler, la casa estaba en alquiler ... Y pensé que estaría pidiendo préstamos para poder pagar".
Una niña de 15 años de edad una semana después de recibir un disparo en la cabeza por los talibanes, estaba preocupada por cómo pagarían las facturas médicas.